sábado, febrero 03, 2007

AMOR EN LA LATITA DE LECHE



Dos hermanitos en puros harapos,
provenientes de una humilde comuna,
uno de cinco años y el otro de diez,
iban pidiendo un poco de comida
por las casas de la calle que rodea la montaña.

Estaban hambrientos:
"Vayan a trabajar y no molesten!",
se oía detrás de la puerta;
"Aquí no hay nada, pordioseros!...",
decía otro...

Las múltiples tentativas frustradas

entristecían a los niños...
Por fin, una señora muy atenta les dijo:
"Voy a ver si tengo algo para ustedes...
¡Pobrecitos!".

Y volvió con un tarrito de leche condensada.
¡Qué fiesta! Ambos se sentaron en la acera.
El más pequeño le dijo al de diez años:
"Tú eres el mayor, toma primero..."
y lo miraba con sus dientes blancos,
con la boca medio abierta, relamiéndose.

Yo contemplaba la escena como tonto...
¡Si vieran al mayor mirando de reojo al pequeñito...!
Se llevaba el tarrito a la boca y, haciendo de cuenta
que bebía, apretaba los labios fuertemente
para que no le entrara ni una sola gotade leche.

Después, extendiéndole la lata, decía al hermano:
"Ahora es tu turno. Sólo un poquito."
Y el hermanito, dando un trago exclamaba:
"¡Está sabrosa!'' "Ahora yo", dice el mayor.
Y llevándose a la boca el tarrito, ya medio vacío,
no bebía nada. 'Ahora tú', 'Ahora yo',
'Ahora tú', 'Ahora yo'...

Y, después de tres , cuatro, cinco o seis tragos,
el menorcito, de cabello ondulado, barrigoncito,
con la camisa afuera, se acababa toda la leche...
él solito. Esos 'ahora tú', 'ahora yo' me llenaron
los ojos de lágrimas...

Y entonces, sucedió algo que me pareció extraordinario.
El mayor comenzó a cantar, a danzar, a jugar fútbol
con el tarrito vacío de leche.Estaba radiante,
con el estómago vacío, pero con el corazón
rebosante de alegría.

Brincaba con la naturalidad de quien no hace
nada extraordinario, o aún mejor, con la naturalidad
de quien está habituado a hacer cosas extraordinarias
sin darles la mayor importancia.
De aquél muchacho podemos aprender una gran lección:
"Quien da es más feliz que quien recibe".

Es así que debemos amar.Sacrificándonos con tanta
naturalidad, con tal elegancia, con tal discreción,
que los demás ni siquiera puedan agradecernos el
servicio que les prestamos. "¿Cómo podrías hoy
encontrar un poco de esta felicidad y hacer
mejor la vida de alguien, con más gusto
de ser vivida? "

¡Adelante, levántate y haz lo que sea necesario!
Cerca de nosotros puede haber un amigo que necesita
de nuestro hombro, de nuestro consuelo y, quizá aún más,
de un poco de nuestra paz....

¿Preparados para escuchar?Cuando escuchamos los lamentos
ajenos, y consolamos el llanto de un amigo, nos volvemos
más fuertes y al oír toda su historia, salimos con ella más
fortalecidos, con más experiencia, porque al oír y compartir....
aprendemos...



1 comentario:

pensando con el corazon dijo...

Muy bueno... pero me sigue dando mucha pena del hermano mayor!!!!!

Besitos