viernes, diciembre 26, 2008

La ciencia de la vida

Se conocieron en una camilla de hospital: José Luis Sampedro sufría una infección cardiovascular y Valentín Fuster, director del Instituto de Cardiología del Monte Sinaí (Nueva York), le salvó la vida. Fue el principio de una amistad que ha propiciado el libro La ciencia y la vida , en torno a los males de hoy y sus posibles terapias.
El escritor José Luis Sampedro 91 años,
junto al doctor Valentín Fuster, de 65.



EL MUNDO (MAGAZINE)
ENTREVISTA SAMPEDRO VS. FUSTER DOS INTELECTOS EN BUSCA DE LA FÓRMULA PARA SER FELIZ (LEER)






«los asuntos de vida o muerte siempre dejan su huella y el encuentro entre una persona que años atrás superó un momento crítico y el médico que lo atendió suele estar cargado de una emotividad y un sentimiento de amistad distinta de cualquier otra» PROLOGO Olga Lucas .

Leer este libro es revivir la intensidad, la emoción y profundidad de esa amistad. Leer este libro es cerrar los ojos y vivir la conversación de dos sabios con enormes ganas de divulgar y compartir. Leer este libro suscita la reflexión sosegada, el debate sobre algunos de los temas verdaderamente importantes de nuestro tiempo. Leer este libro es mucho más que una aventura: es un verdadero privilegio.





Sus recetas contra el estrés

La de Fuster empieza por dos preceptos generales:
1) Comunicar, recuperar el hábito de hablar y escuchar
2) Diversificar y compartimentar. Continúa la prescripción médica por tres normas fundamentales:
a) relajación física y mental o dedicar un rato diario a uno mismo para salir de la vorágine unos minutos y hallar la paz,
b) el ejercicio físico, o sea química pura, y
c) reflexión.

A todo esto, el profesor Sampedro le llama "soltar lastre", ser capaz de "concentrarse" a base de ejercitar los tres estadios humanos según los antiguos griegos y la filosofía oriental: ejercicio físico para el cuerpo, reflexión para el cerebro y relajación de espíritu. ¿Han tomado nota?


Premisas para ser feliz

Después de mucho bucear en el alma y el corazón de los hombres, han llegado a una especie de tabla donde se establecen numéricamente tres premisas para la felicidad, aunque Sampedro prefiere hablar de bienestar o satisfacción. En donde lo primero es conocerse a sí mismo e invertir en el propio talento: Saber elegir dónde aplicar la capacidad y habilidad personales de modo que generen placer; lo segundo es recuperar la ética del deber y el sentido de la responsabilidad –y dicen recuperar porque son conscientes de que hablan de dos principios trasnochados en el sistema educativo y sobre todo en la familia– y lo tercero aportar algo a la sociedad o hacer algo por los demás.