martes, enero 16, 2007

El hombre y la mujer


El hombre es la más elevada de las criaturas;
la mujer es el más sublime de los ideales.
Dios hizo para el hombre un trono,
para la mujer un altar.
El trono exalta;
el altar santifica.
El hombre es el cerebro,
la mujer el corazón,
el cerebro fabrica la luz;
el corazón produce el amor.
La luz fecunda,
el amor resucita.
El hombre es fuerte por la razón;
la mujer invencible por las lágrimas.
La razón convence;
las lágrimas conmueven.
El hombre es capaz de todos los heroísmos;
la mujer de todos los martirios.
El heroísmo ennoblece;
el martirio sublimiza.
El hombre tiene la supremacía;
la mujer la preferencia.
La supremacía significa la fuerza;
la preferencia representa el derecho.
El hombre es un genio;
la mujer es un ángel.
El genio es inmensurable;
el ángel indefinible.
La aspiración del hombre es la suprema gloria,
la aspiración de la mujer es la virtud extrema.
La gloria hace todo lo grande;
la virtud hace todo lo divino.
El hombre es un código;
la mujer un evangelio.
El código corrige,
el evangelio perfecciona.
El hombre piensa;
la mujer sueña.
Pensar es tener en el cráneo una larva;
soñar es tener en la frente una aureola.
El hombre es un océano;
la mujer es un lago.
El océano tiene la perla que adorna;
el lago la poesía que deslumbra.
El hombre es el águila que vuela;
la mujer es el ruiseñor que canta.
Volar es dominar el espacio,
cantar es conquistar el alma.
El hombre es un templo;
la mujer es el sagrario.
Ante el templo nos descubrimos;
ante el sagrario nos arrodillamos.
En fin:
El hombre está colocado donde termina la tierra;
la mujer donde comienza el cielo.
Victor Hugo