miércoles, marzo 19, 2008

Mi padre...

Imagen tomada de :
Por 52 años mi padre se levantó cada mañana a las 5:30 a.m., excepto el domingo, y se fue a trabajar.
Por 52 años estuvo de vuelta a las 5:30 p.m., como reloj, para cenar a las 6:00 p.m.No recuerdo que mi padre “saliese con los muchachos” o libase licor. Todo lo que pedía de mi como su hija, era sostener su martillo mientras reparaba algo, para que pudiésemos tener un tiempo para conversar.Nunca vi a mi padre regresar enfermo del trabajo, ni tampoco tomarse una siesta. No tenía entretenimientos más allá de cuidar de su familia.
Por 22 años, desde que dejé el hogar para ir a la universidad, mi padre me llamó cada domingo a las 9:00 a.m. Siempre estuvo interesado en mi vida, sobre cómo le iba a mi familia, y nunca le oí quejarse de su vida. Las llamadas las hizo aún cuando él y mamá estaban en Australia, Inglaterra o Florida.

Hace nueve años, cuando compré mi primera vivienda, mi padre de 67 años, invirtió ocho horas al día por tres días en el intenso calor de Kansas, pintándola.

No me dejaba pagarle a alguien que lo hiciera. Todo lo que pedía era un vaso de té frío, y que le sostuviese la brocha de pintura para poder conversar conmigo. Pero yo estaba demasiado ocupada, tenía una práctica legal que ejercer, y no podía disponer del tiempo para sostener una brocha o hablar con mi padre.

Hace cinco años, a la edad de 71, otra vez en el sofocante calor de Kansas, mi padre invirtió cinco horas armando un columpio para mi hija. De nuevo, todo lo que pedía era que le llevase un vaso de té frío y le hablase. Pero nuevamente yo tenía ropa que lavar y una casa que limpiar.

Hace cuatro años, mi padre condujo desde Denver a Topeka, con un plantón de árbol, original de Colorado, de ocho pies, en su maletero, para que mi esposo y yo pudiésemos tener un poco de vegetación de allá en nuestra tierra. Yo me preparaba para un viaje ese fin de semana y no pude pasar mucho tiempo atendiendo a papá.

La mañana del domingo 16 de enero de 1996, mi padre me telefoneó como siempre, esta vez desde el hogar de mi hermana en Florida. Conversamos sobre el árbol que me había traído, “El Gordo Alberto”, pero esa mañana lo llamó “El Gordo Oscar” y parecía haber olvidado algunas cosas que habíamos conversado la semana anterior. Como tenía que ir a la iglesia, abrevié y corté la conversación.

La llamada me llegó a las 4:40 p.m., ese día: Mi padre estaba en el hospital en Florida con un aneurisma. Tomé un avión de inmediato, y mientras iba en camino, pensé en todas las veces en que no había tomado el tiempo para hablar con mi padre. Me di cuenta que yo no tenía idea de quién era él o cuáles eran sus más profundos pensamientos.

Decidí que al llegar, le compensaría por todo el tiempo perdido y tendría una conversación larga y agradable con él para realmente conocerle. Llegué a Florida a la 1 a.m.; mi padre había muerto a las 9:12 p.m. Esta vez fue él quien no tuvo tiempo para hablar conmigo o tiempo para esperarme. En los años desde su muerte he aprendido mucho acerca de mi padre, y aún sobre mí misma.

Como padre nunca me pidió nada excepto mi tiempo; ahora tiene toda mi atención, todos y cada uno de mis días.

Nos cuesta a veces darle el tiempo precioso a quién realmente se lo merece. Sin duda esas personas no nos niegan el suyo.
Vamos hoy a dedicarle tiempo a quien se lo merece.

Leido en:Reflexiones Diarias (Renuevo de Plenitud )

<Mi Padre>

Feliz día del Padre!!!!!!!!!!!!!


Felicidades a todos vosotros, papás biológicos y papás de corazón. Hoy es un día que sirve de excusa para recordaros especialmente.

A vosotros los gruñones,
A los pacientes y tolerantes,
A los demasiado severos,
A los que no saben como poner límites,
A los que tienen todas las respuestas a nuestras preguntas de los 5 años,
A los que cambian pañales y duermen los niños, mucho mejor que nosotras,
A los que son papá y mamá,
A los que no tienen hijos propios, pero no por ello dejan de ser papás de muchos,
A los papás-abuelos, los papás-tíos,
A los papás divorciados,
A vosotros por quienes hemos protestado en terapia,
A vosotros que en lugar de ser jubilados tranquilos, encuentran momento para más proyectos... y más preocupaciones
A los padres que creyeron en 'los hombres no lloran' y se desarmaron cuando su bebé les apretó el dedo.

Hoy les deseo una vida donde puedan equivocarse, donde no deban ser super-hombres, donde puedan interesarse en la compra de la ropa de los niños propios, donde este bien que opinen de educación además de futbol y donde haya lugar para dejarse sorprender por lo que os ha hecho padres... vuestros hijos que os miran con los ojos bien abiertos.
*Cecilia Nuñez*