miércoles, noviembre 15, 2006

Se deja de querer...




Amor feliz que da sin tasa,
pues solo pide, a cambio amor;
amor que deja, cuando pasa,
no la ceniza de una brasa,
sino el perfume de una flor.
Amor que al irse no esta ausente;
amor sin dudas y sin fe,
como este amor intranscendente,
que, si llegó calladamente
calladamente se fué.

Se deja de querer,
y no se sabepor qué se deja de querer.
Es como abrir la mano y encontrarla vacía,
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.
Se deja de querer, y es como un río
cuya corriente fresca ya no calma la sed;
como andar en otoño sobre las hojas secas,
y pisar la hoja verde que no debió caer.
Se deja de querer, y es como el ciego
que aún dice adiós, llorando,
después que pasó el tren;
o como quien despierta recordando un camino,
pero ya sólo sabe que regresó por él.
Se deja de querer, como quien deja
de andar por una calle,
sin razón, sin saber;
y es hallar un diamante brillando en el rocío,
y que, ya al recogerlo, se evapore también.
Se deja de querer, y es como un viaje
detenido en la sombra, sin seguir ni volver;
y es cortar una rosa para adornar la mesa
y que el viento deshoje la rosa en el mantel.
Se deja de querer, y es como un niño
que ve cómo naufragan sus barcos de papel;
o escribir en la arena la fecha de mañana
y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.
Se deja de querer, y es como un libro que,
aun abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;
y es como la sortija que se quitó del dedo,
y sólo así supimos que se marcó en la piel.
Se deja de querer,
y no se sabepor qué
se deja de querer...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amor feliz que da sin tasa,
pues solo pide, a cambio amor;
amor que deja, cuando pasa,
no la ceniza de una brasa,
sino el perfume de una flor.

y es hallar un diamante brillando en el rocío,
y que, ya al recogerlo, se evapore también.
Se deja de querer, y es como un viaje
detenido en la sombra, sin seguir ni volver;
y es cortar una rosa para adornar la mesa
y que el viento deshoje la rosa en el mantel.

Se deja de querer, y es como un niño
que ve cómo naufragan sus barcos de papel;
o escribir en la arena la fecha de mañana
y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.

y es como la sortija que se quitó del dedo,
y sólo así supimos que se marcó en la piel.

Gracias.
Yo sigo con la duda de si usted es poetiza o halladora de tesoros.